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Identidad y Universidad. Una unión necesaria ante los procesos de globalización (página 2)



Partes: 1, 2

La identidad
cultural, lejos de ser un sistema cerrado e
incomunicado, o el refugio de una cultura que
pretende renunciar a sus nexos con la modernidad, es
una relación de enlaces interculturales donde la
modernización y el ideal de desarrollo no
se sacrifican al enfatizar en las particularidades o principios
nacionales o de regiones que incluyen varios países y, por
tanto, culturas múltiples que permiten apreciar
particularidades en el contexto de una diversidad cultural. Si no
fuese así, cómo definir entonces la identidad
cultural de América
Latina, y dentro de este contexto, la propia identidad de
Cuba, México u
otro país que conforman este espacio geográfico.
"En la historia de la
filosofía occidental, un concepto
permanente ha sido el de la identidad. Se ha estudiado desde la
lógica,
la Psicología, y más recientemente
desde la teoría
de la cultura". (1)

A través de la historia, el criterio de
identificación de las culturas ha comprendido elementos
tecnológicos, religiosos, éticos,
lingüísticos, geográficos, entre otros. Los
antropólogos han debatido sobre el papel determinante de
uno u otro principio dentro del sistema social, en momentos
históricos concretos. En el capitalismo
moderno los rasgos distintivos de la identidad cultural de las
sociedades se
concentran en las instituciones
del EstadoNación.
Todos los principios sociales, religiosos, nobiliarios y morales
se integran al aparato jurídico y político de las
naciones. El siglo XIX es testigo de los últimos procesos de
integración nacional europeos.
También este siglo promueve un proceso de
formación de nacionalidades con voluntad de independencia
en los países coloniales de América
Latina. La proclamación de esos estados nacionales fue
consecuencia de una ardua contienda independentista encabezada
por el liberalismo.
Las oligarquías criollas que asumieron el liderazgo, al
comprobar que eran comunes a los planteados por los poetas, que
definieron los rasgos de las nacionalidades latinoamericanas, se
propusieron otorgarle al proyecto
emancipador un carácter continental. En el caso más
tardío y por eso más radical del independentismo,
el de Cuba, cuya postura político-anticolonial
llegó a identificarse con la antiimperialista dentro del
proyecto martiano. La identidad cultural es un fenómeno de
notable trascendencia para entender el devenir de los pueblos y
regiones. A la luz de la
modernidad resulta necesario discernir sus alcances y
perspectivas con vistas a poder realizar
definiciones teórico-prácticas que nos acerquen, de
manera realista, a este concepto, tan importante en momentos en
que la
globalización neoliberal y la fragmentación
cultural, a tenor con el nuevo mapa geopolítico del mundo,
ponen en tela de juicio las identidades.

Existen variadas definiciones de identidad cultural acorde a
criterios que se corresponden con múltiples posiciones
filosóficas. Según Miguel Rojas Gómez, en su
Redefinición y teoría de la identidad
cultural
esta es "la condición del ser humano que
caracteriza la manera común de vivir en el tiempo y el
espacio, un quehacer concreto del
hombre en el
proceso de creación y re-creación,
objetivación y subjetivación, producción y reproducción de la cultura y la sociedad
misma. Ella constituye una síntesis
de múltiples determinaciones de la identidad en la
diferencia que comporta un universal concreto situado". (2)

Como podemos apreciar, se reconoce la existencia de la
identidad cultural como un componente básico para entender
la historia de los diferentes pueblos y regiones. Significa la
autoafirmación ante los demás y, por tanto, lo que
permite presentarse como un ente cultural y humano que tiene un
vital componente histórico y dialéctico, ya que la
identidad cultural no es una entelequia estática,
sino que se va enriqueciendo con el aporte particular de los
hombres, no solo pertenecientes al núcleo que se quiere
destacar (identidad cultural nacional o regional) según
sea el caso, sino que también es vital los aportes de
otras culturas que van sedimentando los procesos culturales de
los pueblos. Por tanto, esa acumulación de valores
espirituales, estéticos, religiosos, etc., de una comunidad
determinada van configurando la representación que las
diferentes sociedades se hacen de su patrimonio
cultural. De ahí el carácter dinámico y
abierto que la misma tiene y que hay que tener presente a la hora
de reconsiderar la identidad de un pueblo o región.

Como hemos venido señalando, la identidad cultural
presupone variados matices y recodos. Por ello, en su nombre, "se
ha podido enfrentar unidad contra diversidad, nacionalismo
contra internacionalismo, localismo contra universalismo, campo
contra ciudad, interior contra periferia y una larga lista de
«parejas de opuestos»". (3)

Como bien señala Fernando Ainsa en la anterior nota,
esas contraposiciones, que se pueden encontrar en el
fenómeno de nuestro objeto de estudio, está dado
por el carácter dialéctico que la misma presenta y
sobretodo, por el proceso tan abarcador que la identidad cultural
genera, si es visto como un sistema abierto a los más
disímiles aportes y que los teóricos más
reconocidos han observado en el devenir del estudio de esta
interesante problemática. La dinámica cambiante de la identidad cultural
presupone ir en contra de los sistemas cerrados
– propuestos por algunos que implican vueltas al pasado – o por
la propia negación del fenómeno, por tanto, lo que
da vida fructífera a la identidad cultural es su
carácter diverso y no su «monolítica
unidad» pues este sentido de variabilidad propicia una
«universalidad» que posibilita la inserción de
lo particular en lo universal. (4)

Siguiendo el criterio del carácter dinámico,
transformador y enriquecedor que necesariamente sufren las
identidades culturales en sus procesos de "transculturaciones"
inevitables, máxime cuando en los últimos
años los procesos de internacionalización de las
relaciones entre los diferentes pueblos y los niveles que alcanza
el desarrollo científico-técnico, que si bien es
cierto pueden dañar las " identidades", resulta imposible
no tenerlos en cuenta en el mejor y positivo sentido, es mucho
más factible encontrar puntos de contactos y diferencias
entre culturas de países y regiones que lleva a muchos a
poner en tela de juicio este concepto, todos estos aspectos, tan
reales, sin embargo, "no pueden constituir un obstáculo
para que los mejores valores culturales se internacionalicen y
para que los hombres de distintas latitudes y épocas
puedan aprender unos de otros y alcanzar mayores niveles de
realización civilizada".(5)

Como puede apreciarse, no se niega en ningún momento,
el carácter interactivo de las culturas y como esto,
más que dañar entidades lo que hace es aumentar el
enriquecimiento espiritual del hombre. No se trata de encerrar la
cultura de un pueblo en una "urna de cristal" para alejarla de
toda posible "contaminación". Muy por el contrario, es
vital exponerla al mundo. Lo importante es saber discernir entre
lo positivo y lo negativo y en los últimos años el
mundo ha sido testigo de lo que ha significado establecer
barreras que imposibiliten los contactos interculturales, sino
ver la experiencia del llamado "socialismo
europeo", y su derrumbe de finales del siglo XX.

Cuando hablamos de problemas de
identidad cultural, en el sentido más abarcador posible,
es decir, tratar de "descubrir" todas sus posibles aristas a la
hora de emprender un estudio, que pretendemos puede ser serio,
resulta imposible pasar por alto el sentido ideológico que
la misma puede tener, así, Pelayo García Sierra, en
el Diccionario
Filosófico, al referirse a la "Identidad cultural como
mito
ideológico", afirma: "La expresión "identidad
cultural", en su sentido ideológico, va referida no a una
parte (rasgo, nota, carácter) de la cultura, sino al
"todo" de esa cultura, pero no tomada en la universalidad de su
extensión (cultura humana), sino en tanto está
distribuida en esferas o círculos de cultura (naciones, en
sentido canónico, etnias, pueblos)"(6)

En todo este proceso no podemos soslayar como en la historia
de los países, fundamentalmente subdesarrollados, las
reflexiones en torno a la
cultura y la identidad cultural en general ha sido parte esencial
en los movimientos de lucha contra los procesos de la globalización. Por ello, de manera muy
acertada señala Pablo Guadarrama. "El pensamiento
filosófico, sociológico, político, etc., de
muchos dirigentes de dichos movimientos se ha orientado a
destacar los valores
culturales que están contenidos en la historia de cada
pueblo como forma de contribuir a la consolidación del
factor subjetivo en dichos procesos revolucionarios" (7)

En consonancia con lo anterior, y acorde a su pensamiento
emancipador contra la globalización que los países
"desarrollados" quieren imponer a los llamados "países del
tercer mundo", Fidel Castro,
con gran sentido irónico, señaló: " A los
ojos de Occidente, y particularmente de las estructuras
del poder político y económico de los grandes
países desarrollados del Norte, eso somos los pueblos
pobres del Sur, una masa exótica que vive aún la
larga noche del animismo y, si acaso, la alegría de los
buenos salvajes. Vivimos, por así decirlo, en el limbo y
en el caos, y fuimos hechos para soportar y deslumbrarnos
eternamente ante las cuentas de
vidrio de la
Tecnología. Somos un depósito, un
enorme polígono, y no tenemos otra capacidad como no sea
para soñar mientras agonizamos. Después de todo, no
es poco. Aún sabemos que estamos vivos". (8)La identidad
cultural en los finales de la pasada centuria y los años
vividos del nuevo siglo no puede estar al margen de los nuevos
procesos que está viviendo el mundo, presentado de manera
unipolar a partir del derrumbe del llamado campo socialista, la
desaparición de diferentes estados y creación de
otros, las agresiones militares de las potencias
hegemónicas, etc.

Por ello, en el nuevo juego de
lenguaje en
que las Ciencias
Sociales y los estudios culturales proceden a describir,
evaluar y explicar la escena sociocultural que presenta hoy el
mundo, las palabras "globalización",
"homogeneización" y "fragmentación" no pueden pasar
inadvertidas a la hora de explicar el devenir de la identidad
cultural de los pueblos.

La globalización es un estado o una tendencia fuerte en
la sociedad y la cultura contemporánea, afecta la vida en
su condición de posibilidad, y a la vida humana en la
producción, el consumo y
la
comunicación, en tanto modos específicos de su
reproducción. Parece ser ya un hecho difícil de
eludir, pues se ha instalado de manera inevitable en el mundo de
hoy, de manera similar al drama del personaje de Shakespeare "ser
o no ser": globalizarse o perecer. Aunque presentada por el
capitalismo como una "gran promesa de vida" puede tener un efecto
devastador en las identidades, por tanto debe ser discernida y
reformulada por aquellos que, de manera consciente, quieran y
puedan hacerlo, y como dice García Canclini "liberarla de
la sobredeterminación de su articulación neoliberal
como la única vía posible". (9)

Por tanto, en los actuales estudios este factor debe tenerse
presente a la hora de valorar cualquier fenómeno de
índole social, máxime en el campo cultural, donde
las influencias ideológicas que son capaces de "imponer"
los países desarrollados ante los ojos de los
países del "Sur" son, en efecto, "manifestaciones
contemporáneas que se deben tener en cuenta a la hora de
estudiar la identidad cultural. Todo el sistema de hechos,
acontecimientos y factores económicos, políticos,
científico-tecnológicos, sociales, culturales y
antropológicos, señalados, llevan a repensar y
redefinir la identidad cultural". (10)

La homogenización y la fragmentación son los
efectos paradójicos de la globalización planetaria;
se presentan como puntos opuestos y complementarios entre cuya
oscilación pendular se va expresando, de manera
tendenciosa, el desdibujamiento o posible colapso de las
tradicionales identidades para la cual, conceptos como el "fin de
la historia", "de las utopías", etc., opera como excelente
caldo de cultivo, aparentemente inofensivos para los
parámetros esenciales de toda identidad real y posible. En
este sentido se produciría, entonces, como señala
Rojas Gómez, una vuelta a"la primera manifestación
de la identidad cultural [.] la identidad vertical [.] desde
arriba, por acción
hegemónica de dominación o la conquista y
colonización expansiva en que el pueblo vencedor impone
sus patrones". (11)

Todo esto explica e implican las profundas transformaciones en
la esfera cultural, en la que las particularidades interpelan a
la universalidad, las diferencias a lo homogéneo y se
plantea, con fuerza, una
gran interrogante en torno a la cuestión del sentido de
mantener la identidad, siempre planteado, claro está, en
la línea de "los de abajo", no de "los de arriba", que no
solo pretenden mantener su identidad, sino imponerla más
allá de sus fronteras.

Esta problemática gana más en especificidad
cuando el hecho ocurre en América Latina, territorio donde
conviven las más disímiles expresiones culturales y
donde pueden coincidir lo más desarrollado del capitalismo
con situaciones casi similares a la época del descubrimiento de
América y que Alejo
Carpentier definiera como "lo real maravilloso americano".
Aquí, y en términos colectivos, esta crisis de
identidad afecta, muy particularmente a los estados-naciones,
paradigmas de
modernidad en su estatuto de lo que Anderson llamó
"comunidades imaginadas", al hacer aflorar de un modo
inédito los esquemas de la "barbarie" por detrás de
la "civilización" al viejo estilo del argentino Domingo
Faustino Sarmiento, y para lo cual serian necesarias nuevamente
las sabias palabras del Apóstol cubano "No hay batalla
entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa
erudición y la naturaleza."
(12)

Este paisaje dantesco, al que estamos asistiendo en los
inicios de un nuevo siglo, no es nada nuevo ni llegado de otro
planeta; ya lo habían advertido Marx y Engels. En
su avance histórico la burguesía probó su
potencial revolucionario pero, a medida que avanzaba y ampliaba
su campo de dominio, fue
creando las bases de su negación autodestructiva. La
globalización neoliberal es parte, por tanto, de ese
proceso autofágico.

Todo esto implica una profanación constante de los
valores autóctonos de los pueblos como un rasgo esencial
de la globalización en el decisivo ámbito de la
cultura y que lleva consigo una degradación ética del
individuo, a
la vez que se le suplantan sus verdaderos valores por otros para
lo cual la utilización de la ciencia y
la técnica, los medios masivos
de difusión y todos los medios posibles a su alcance son
instrumentos infernales en sus manos para producir en serie
"valores" y "paradigmas" de los poderosos. Así, la
fabricación de artistas, "héroes" y otros fetiches
crea símbolos de incalculables consecuencias
para el hombre y su
identidad.

Preocupado por esta situación, en su Conferencia
Magistral en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo, en 1998, Fidel Castro
expresó: "Un problema terrible [.] que estamos padeciendo
es el de la agresión a nuestras identidades nacionales, la
agresión despiadada a nuestras culturas, como jamás
ha ocurrido en la historia, la tendencia hacia una monocultura
universal". (13)

Se abre pues ante los pueblos oprimidos un nuevo reto.
Contrarrestar este alud proveniente de los llamados
"países desarrollados" que agreden nuestras identidades.
Han existido intentos al respecto: Cumbres Iberoamericanas,
MERCOSUR,
Pacto Andino,
etc., pero todavía dista mucho para hablar de una
verdadera efectividad al respecto. En la medida que los
países del sur demoren o aplacen su integración
será espacio ganado por las elites de poder que
dejaría el camino abierto a "una integración
vertical, desde arriba, que vendría desde los centros de
poder, condicionando nuevas dependencias".(14)

Por tanto, se impone en " Nuestra América", como
diría Martí,
"la unión tácita y urgente del Alma
continental, la unidad de espíritu más que la
unión en formas teóricas y artificiales" (15) y a
la luz del criterio profundamente descolonizador que
propugnó el Apóstol cubano y que todavía no
se ha hecho realidad en estas tierras de América, para
así lograr una "verdadera integración multilateral
[.] teniendo en cuenta que toda identidad e integración
cultural es identidad e integración de la diferencia"
(16)

El estudio de la identidad cultural y política de la
nación
cubana, tal como puede entenderse hoy, es un resultado de
profundas interpretaciones históricas. La forma de
proyectarse nuestra identidad no debe verse solamente sobre el
pasado, pues de actuar así se podría distorsionar
una realidad histórica indespreciable para la
comprensión del presente. La necesidad de emprender un
estudio detenido de la identidad cultural cubana, ha sido
planteada con vehemencia en diferentes momentos de la
nación. Por ello Armando Hart Dávalos, siendo
Ministro de Cultura, afirmó: "En las condiciones de Cuba,
y en cierta medida, de muchos países de América
Latina, la protección de la identidad cultural es un
elemento de carácter revolucionario (o, al menos,
progresista) a escala
internacional. La estrategia de la
ultraderecha norteamericana nos lo confirma de manera indudable.
Ya no somos nosotros, sino el propio enemigo, quien ha planteado
el problema en sus justos términos. Ellos lo abordan en
oposición a nuestros principios e ideales nacionales y
patrióticos, es decir, lo analizan desde fuera y en
oposición a nuestra identidad. Los latinoamericanos lo
abordamos desde dentro y para afirmar la identidad de cada una de
nuestras naciones, y de Latinoamérica en sentido global [.] Es hora
pues, de poner la cuestión de la cubanía y de la
historia cultural de Cuba en el lugar que le corresponde en
nuestros deberes y análisis. No hay en la cultura nada de
mayor interés.
Tal análisis nos llevará a conocer mejor nuestras
enormes posibilidades morales, e incluso, los fundamentos de
algunas de nuestras debilidades. En las condiciones concretas de
Cuba, la identidad cultural, es un elemento de enorme potencial
revolucionario". (17) Este criterio vertido por Hart conserva hoy
una total vigencia para todas las instituciones e investigadores
de las Ciencias
Sociales del país. Refleja un momento de elevada
autoconciencia del pensamiento cubano e implica un llamado a la
definición teórica de la identidad cultural,
coherente con el proyecto social cubano asumido sobre una
sólida base nacional. En Cuba, la defensa de la identidad
cultural constituye una resolución deliberada del Estado y
el Partido, que son las máximas instituciones del
país, por tanto la identidad de la cultura cubana implica
una postura política radical frente a los nuevos caminos
del mundo y los procesos de globalización y
neocolonialismo cultural de la cual no puede estar ajena la
universidad de hoy ya que

la identidad cultural presupone un conjunto
teórico- práctico de formas y elementos
disímiles y a la vez similares, poseedor de un
carácter dinámico, transformador y enriquecedor que
significa una identificación concreta del hombre y de un
espacio que se erige en un proceso cambiante debido a que brota
de un pasado, se afianza en un presente y posee proyección
futura por su constante renovación y enriquecimiento.
Concepto de origen latinoamericano, constituye su
proyección, a partir del mas revolucionario pensamiento de
la región durante toda su historia, un proceso de
reafirmación contra los centros hegemónicos de
poder que intentaron e intentan la imposición de una
monocultura universal que lastra tanto la identidad
nacional, como regional de Nuestra América.

Notas y
referencias

  • 1. Rojas Gómez, Miguel. "" Redefinición
    y teoría de la identidad cultural"",en Revista Islas #
    119, UCLV, enero-marzo, 1999, p. 114.

  • 2. Rojas Gómez, Miguel. Ob. Cit. p. 117.

  • 3. Ainsa, Fernando. Identidad cultural de
    Iberoamérica en su narrativa
    . Biblioteca
    Románica Hispánica, Editorial Gredos,
    España, 1986, p. 7.

  • 4. Para una mejor comprensión de esta
    dinámica de la identidad es válido la consulta
    del cap. I "Presupuestos de la Identidad Cultural de
    Iberoamérica" del libro de Fernando Ainsa, p. 23-103
    en la cual el autor explica un conjunto de presupuestos a
    tener en cuenta a la hora de valorar estas
    problemáticas.

  • 5. Guadarrama, Pablo y Nicolai P. Lo Universal y
    lo Específico en la Cultura
    . Universidad INCCA,
    Bogotá, Colombia, 1998, p. 31.

  • 6. García Sierra, Pelayo. Diccionario
    filosófico
    . Biblioteca Filosófica en
    español. Edición Digital
    (www.filosofía.org/filomat. p.424.

  • 7. Guadarrama, Pablo y Nicolai P. Ob. Cit. p. 18.

  • 8. Castro Ruz, Fidel. ""Discurso"", en Cultura y
    Desarrollo. Dossier. Consideraciones para un debate
    .
    Inst. Cubano del Libro. La Habana, 1999, p. 54.

  • 9. García Canclini, Nestor. Consumidores y
    Ciudadanos. Conflictos multiculturales de la
    globalización
    . Editorial Grijalbo, México,
    1955, p. 3.

  • 10. Rojas Gómez, Miguel. ""Redefinición
    y teoría de la identidad cultural"", Ed. Cit. p. 117
    .

  • 11. ________ Ob. Cit. p. 119.

12. Martí
José. Nuestra América. Edición
Crítica, Centro de Estudios Martianos, La
Habana, 2000, p.15.

13. Castro Ruz, Fidel. ""Conferencia Magistral""en Periódico
Granma, 28 de agosto, 1998. p.4.

14. Rojas Gómez, Miguel. Redefinición y
teoría. Ob. Cit. p. 128.

15. Vitier Cintio. "" Notas Críticas"", en Nuestra
América
. Ob. Cit. p.58. (nota 46).

16. Rojas Gómez Miguel. Redefinición y
teoría.. Ob.Cit. p. 128.

17. Hart Dávalos, Armando. ""Discurso"", en
Proyecto de Investigación del Ministerio de Cultura
sobre cultura popular y tradicional
(Material mimeografiado)
p. 3.

 

 

 

Autor:

Lic. Migdalia Rodríguez Martínez

Directora Sede Universitaria de Remedios. Universidad Central
"Marta Abreu" de Las Villas, Santa Clara, Cuba.

MsC. Andrés O. Lora Bombino

Departamento de Extensión Universitaria. Universidad
Central "Marta Abreu" de las Villas. Santa Clara. Cuba.

Partes: 1, 2
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